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Gracias por confiar en mí cuando ni siquiera yo creía en mí misma: El testimonio de Amina

Gracias por confiar en mí cuando ni siquiera yo creía en mí misma: El testimonio de Amina

 

El testimonio de Amina: Una matrona rural en Etiopía

 

Mi nombre es Amina, y soy matrona en Bata, una pequeña aldea en el sur de Etiopía, en la región de la Oromía. Si me hubieran dicho hace unos años que estaría salvando vidas, no lo habría creído. Pero aquí estoy, con mis manos temblorosas pero decididas, ayudando a traer al mundo a los hijos de mis hermanas y vecinas.

Mi historia es como la de muchas mujeres en mi aldea. Perdí a mi primera hija durante el parto. El dolor de aquella noche me marcó para siempre. La angustia de no poder hacer nada, de no tener a nadie que me ayudara, aún me persigue en los sueños. Pero esa pérdida, aunque dolorosa, encendió en mí un deseo profundo: que ninguna otra madre pasara por lo mismo.

Como dice mi maestro el Dr Iñaki Alegría: “Ninguna madre tiene que morir cuando da la vida.”

 

Cuando llegó a nuestra aldea la oportunidad de formarnos como matronas, no lo dudé. No fue fácil. Soy madre, esposa y campesina, y aprender algo tan importante como salvar vidas parecía un sueño imposible. Pero con cada lección, con cada práctica, sentí que estaba recuperando algo que había perdido: mi voz, mi fuerza, mi propósito.

Hoy puedo decir que estoy cumpliendo mi sueño. Cada vez que asisto a un parto, siento que estoy devolviendo algo a mi comunidad, algo que durante años nos fue negado: esperanza.

Recuerdo especialmente el parto de Liyat, una joven de 19 años que llegó al centro de salud con complicaciones graves. Su bebé venía de nalgas, y la familia ya había comenzado a llorar, pensando que no había esperanza. Pero gracias a lo que aprendí, pude ayudarla. Cuando su hijo finalmente nació y lo coloqué en su pecho, ambos lloramos. Me abrazó y me dijo: “Amina, has salvado nuestras vidas”.

En esos momentos, siento que todo vale la pena: las noches sin dormir, las caminatas largas para llegar a otras aldeas, el cansancio. Cada bebé que llora por primera vez es una nueva oportunidad, una prueba de que el futuro puede ser diferente.

Hoy, cuando las madres me llaman por mi nombre, no solo me reconocen como una vecina, sino como una matrona. Eso me llena de orgullo y gratitud. Sé que no estoy sola, que detrás de mi trabajo hay personas como el Dr. Iñaki Alegría y su equipo, que nos han dado las herramientas y el conocimiento para hacer este cambio.

Mi sueño es que más mujeres como yo puedan aprender, que las aldeas estén llenas de matronas que no solo asisten partos, sino que también enseñan y empoderan. Porque sé que juntas podemos construir un lugar donde cada madre y cada bebé tengan la oportunidad de vivir y crecer.

Yo soy Amina, soy matrona, y estoy aquí para quedarme. Porque sé que con mis manos puedo dar vida, esperanza y amor. Y no hay nada más grande que eso.

Y os quiero dar las gracias por creer en mí y por hacer que yo creyera que podía realizar mis sueños.

Gracias a todos hoy soy matrona, hoy mi trabajo da sentido a mi vida y da vida a mi pueblo.

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